Por ahí me pidieron que escriba sobre el SAP. (Cáspitas, quien se iba a imaginar, ¡tengo pedidos!). El SAP es la sigla del Síndrome de Alienación Parental, descrito por Richard Gardner, un psiquiatra norteamericano, en 1985. Escribió un libro sobre el tema en 1987, y lo auto-publicó a través de su propia editorial, de la misma forma que lo hizo con otros libros que escribió.
El Síndrome de Alienación Parental consiste –se supone- en que un padre o madre (generalmente la madre) “programa” a sus hijos en contra del otro padre, por la vía de diversas estrategias, a fin de que el hijo odie al otro padre y así obstaculizar completamente el vínculo. De este modo, el hijo termina efectivamente odiando al padre alienado, y declarando en su contra en juicios o ante psicólogos ó peritos. Según Gardner, esto sucede generalmente durante juicios por divorcio en los que se discute el cuidado personal y/o el régimen de relación (visitas). Más aún, se supone que generalmente la madre alienante acusa al padre alienado de abuso sexual contra el niño o niña, acusación que el niño sostiene, porque la madre le ha lavado el cerebro.
En primer lugar, es necesario recalcar que el SAP no ha sido reconocido por ninguna institución seria ni por comunidades médicas dedicadas a la psiquiatría infantil. No ha sido reconocido por la Organización Mundial de la Salud, ni por la Asociación Americana de Psiquiatría, pese a los esfuerzos de Gardner y sus sucesores (¿o secuaces?) para lograrlo en los últimos 25 años.
La primera razón –entre muchas- por la cual no ha sido reconocido, es la falta de seriedad en el estudio del SAP, pues Gardner sólo refiere a un puñado de casos en que a él le tocó intervenir.
Gardner se dedicó durante muchos años a participar en juicios como perito, sosteniendo su teoría. Lamentablemente, algunos jueces le dieron valor a sus conclusiones, en las que Gardner sostiene que la única forma de reparar el daño del SAP es quitándole el cuidado personal al padre o madre alienante, entregar al niño o niña al padre alienado y dejar al padre alienante sin visitas. Esto significó en varios casos que un niño o niña abusado terminara bajo la custodia única del padre abusador.
Y aquí viene la trampa: al alegarse el SAP, resulta que todo lo que diga el niño o niña no es considerado, ya que se parte de la base que el niño está “programado” para odiar a uno de sus progenitores, que literalmente le lavaron el cerebro y por lo tanto no dice la verdad. De este modo, Gardner participó en más de 400 juicios como perito, muchos en los cuales el niño o niña acusaba al padre de abusos sexuales y logrando en algunos de ellos que se acogiera su teoría, obviando completamente los relatos y la opinión del niño.
El asunto se pone color de hormiga cuando uno lee algunas de las “frases célebres” y teorías de Gardner, como por ejemplo su teoría sobre la sexualidad humana. El sostiene que el contacto sexual adulto-niño es benigno y beneficioso para la reproducción de las especies. Según esta teoría, el incesto y la pedofilia son benignos, son conductas no abusivas y es usada por ciertos grupos que defienden la pedofilia como un modo de “orientación sexual” posible y aceptable, pues siempre ha existido en la naturaleza humana y por siglos ha sido una conducta aceptada por la sociedad. Tanto es así que hasta hace poco tiempo en la cultura occidental se casaban niñas de 14 años, y entre los Musulmanes –lamentablemente- es común que lo hagan a los 12, hasta el día de hoy. Gardner también asevera que si el niño goza sexualmente no se puede hablar de abuso, lo cual es una barbaridad, por decir lo menos. El adulto que incurre en conductas de connotación sexual con un niño está abusando SIEMPRE, porque el niño no tiene capacidad para consentir. Da lo mismo si el niño o niña sintió o no algún placer.
Gardner fue tan lejos en esta idea, que en su libro “Verdaderas y Falsas Acusaciones de Abuso Sexual Infantil” (1992, su propia editorial), pág. 549, señala lo siguiente:
“Los niños mayores pueden ser ayudados a darse cuenta que los encuentros sexuales entre un adulto y un niño no son universalmente considerados como un acto censurable. Se le podría contar al niño sobre otras sociedades en las cuales tal comportamiento fue y es considerado normal... el niño tiene que ser ayudado a apreciar que en nuestra sociedad tenemos una actitud exageradamente punitiva y moralista sobre los encuentros sexuales entre adulto-niño.”
Entonces resulta, que al analizar las teorías de Gardner –repugnantes, por cierto- respecto de la sexualidad humana , la pedofilia y de las acusaciones sobre abuso sexual infantil, no queda más alternativa que concluir que para Gardner, el incesto y el abuso sexual incestuoso era siempre aceptable, o se trataba de mentiras introducidas en el cerebro del niño por la madre. De este modo, el SAP refuerza la posibilidad de que padres o madres abusadores (física, mental o sexualmente) sigan cometiendo los abusos: sea porque el niño fue erotizado tempranamente o porque no es cierto lo que dice.
A mí me parece que restarle importancia a los dichos de un niño o niña es grave y por lo demás, atenta contra nuestro deber de protegerlos. Los niños son personas pequeñas, tienen sus propios derechos, ideas, recuerdos y vivencias, y lo normal es que cuando un niño o niña dice que su padre o madre le pega, o relata una situación que claramente tiene una connotación sexual (por ejemplo, el papá me hizo tocarle su pirulín) hay que partir de la base de que lo que dice es verdad e impedir todo tipo de contacto entre el niño y el abusador (que puede ser el padre, la madre, o tío, abuelo, etc.) . No olvidemos que también hay mujeres que abusan sexualmente de sus hijos o hijas.
Los niños no tienen un cerebro lavable, ni se les puede programar. En este sentido la teoría de Gardner, aparte de perversa, es francamente absurda. El famoso SAP de frentón no existe y no es más que una teoría que sirve y ha servido para la defensa de pedófilos.
Lamentablemente y para vergüenza de nuestros profesionales, en Chile se está planteando actualmente el SAP y más encima algunos jueces lo creen, poniendo de este modo en serio riesgo a los niños.
Lo que sí puede ocurrir –y por desgracia es bastante común- es que un padre o madre incurra en conductas alienantes, es decir, le hable mal del otro padre al hijo, que intente indisponerlo, que intente impedir la relación y el vínculo del niño con el padre por venganza, porque no le ha pagado pensión alimenticia, porque le puso los cuernos o por lo que sea. Este tipo de conductas –que a mi juicio constituyen una forma de maltrato infantil porque los niños necesitan a ambos padres- pueden surtir algún efecto en el corto plazo, pero no al largo plazo. Tarde o temprano el niño se forma su propio criterio, y si su madre o padre le habló mal del otro padre durante la infancia, en algún momento más que seguro se rebelará y cobrará la cuenta.
En fin, creo que Gardner fue cero aporte a la sociedad, o mejor dicho, aporte negativo. Fallleció en el 2003, supuestamente por suicidio. De siete puñaladas.
Saludos a tod@s, que pasen buen fin de semana.