El 20 de
marzo, en el programa Pauta Libre del canal la Red, se emitió una entrevista
que le hizo Mónica González a Rodrigo Rojas Vade. En una parte de esa
entrevista, la periodista interrogó, cuestionó, e hizo aseveraciones respecto
del abuso sexual infantil que el Sr. Vade refirió haber sufrido a los 10 años
de edad.
Independientemente
del hecho indiscutible que el Sr. Rojas ha faltado de forma grave a la verdad,
y que sin duda -tal como se dijo en el programa- su conducta ha causado un daño
a la Convención Constitucional, la forma en que se abordó el tema específico
del abuso sexual infantil fue tremendamente inadecuada, resultando retraumatizante
para muchos sobrevivientes de abuso quienes vimos el programa, además de
contener información y aseveraciones equívocas sobre el tema y por tanto,
desinforman al público en general, lo cual es inaceptable.
Los
sobrevivientes de abuso sexual infantil nos llamamos de esa manera porque por
una parte ya no somos víctimas, y por otra, logramos sobrevivir a una
experiencia que causa un daño de por vida, tan grave, que efectivamente muchos
se suicidan. No es, por tanto, un tema que se pueda tratar a la ligera. En
Chile se estima que 55 niños sufren abuso sexual al día. La cifra negra, la de
las víctimas que no develan, es incuantificable.
Durante
la entrevista, en varias oportunidades, la Sra. Mónica insistió en preguntarle
al entrevistado si acaso el abuso fue consentido. Estas preguntas denotan un
total desconocimiento respecto de la capacidad de consentimiento de un niño de
10 años. Los niños no tienen capacidad de consentir, por lo tanto, la sola
pregunta al respecto es retraumatizante para cualquier persona que haya
sido víctima de abuso sexual infantil y haya visto el programa, y por cierto,
para el entrevistado, si es que fue víctima de abuso.
El abuso
sexual infantil más común es el que se produce al interior de la familia, los
agresores/as suelen seducir a la víctima con engaños, haciendo parecer que
se trata de un juego, o un acto de amor, etc., y hacen creer al niño que está,
efectivamente, participando de la situación, lo que conduce a una confusión -y
daño- en la víctima que puede perdurar años, incluso toda la vida. El
niño o niña no tiene capacidad para entender que se trata de un abuso y deviene
la culpa, la vergüenza.
La periodista
fue implacable al confrontar al Sr. Rojas con relación a por qué no le contó a
su familia, si contaba con el amor de ellos, mostrando desconocimiento total
del fenómeno del silenciamiento y de lo que se denomina temor al derrumbe de la
familia, que forman parte del abuso sexual infantil intrafamiliar.
La comprensión
del hecho que la demora -a veces décadas- de la develación de abuso, no es por
voluntad de la víctima/sobreviviente sino que forma parte del trauma, fue
justamente lo que permitió que se aprobara la ley N° 21.160 que declaró la
imprescriptibilidad de los delitos de abuso sexual infantil. Por fin en
Chile se entendió que un niño o niña víctima de abuso, habla cuando puede, no
cuando quiere. Lamentablemente no se aprobó la retroactividad, por lo tanto,
quienes fuimos víctimas de abuso antes de la entrada en vigencia de la ley,
quedamos sujetos a la prescripción de estos graves delitos, sin poder
denunciar. Este es un tema que debe ser comprendido por la sociedad, y la
entrevista, lamentablemente, provocó desinformación, cuestionando a quien
señala haber sido víctima por el hecho de no haber hablado antes.
La Sra.
Mónica llegó incluso a preguntar por qué estaba protegiendo al agresor,
después que el Sr. Rojas no quiso identificarlo. Insisto, independientemente de
si acaso él fue o no víctima de abuso, para quienes lo fuimos, esta entrevista
dejó sangrando heridas que jamás cierran por completo. Cuando un sobreviviente
no quiere identificar públicamente a su agresor/a, no es jamás por
proteger a esa persona sino por protegerse a sí mismo, entre otras cosas, de
una querella por injurias, lo que implica no sólo un juicio; significa volver a
encontrarse con el agresor o agresora no en calidad de denunciante, sino como
imputado/a de la comisión de un delito. Es decir, el sobreviviente resulta
nuevamente agredido.
La gran
mayoría de los niños y niñas víctimas de abuso temen que, si cuentan lo que les
pasó, no les van a creer, no pueden hablar de lo que es indecible, le temen a
la confrontación de adultos, al derrumbe de la familia, pues es posible que
algunos le crean y otros no, por lo tanto, la familia se quiebra. Las
preguntas, aseveraciones, y el trato agresivo de la periodista al Sr. Rojas, es
precisamente la pesadilla de toda víctima/sobreviviente de abuso sexual
infantil. Dicho de otra manera, la forma en que ella lo trató justamente
puede aumentar el miedo a develar de sobrevivientes, desincentivándolos a
salir de un silencio y un dolor que se lleva en soledad. Después de ver esa
entrevista, ¿Quién querría arriesgarse a que lo traten de esa forma en una
entrevista, en un tribunal, o en una conversación con un ser querido? Creo que
nadie.
En algún
momento de la entrevista, el Sr. Rojas comentó que no sabía si había disfrutado
o no, refiriéndose al abuso. La periodista respondió "¿Usted me está
diciendo que un niño de 10 años puede disfrutar de esa situación?".
Nuevamente, denota una grave ignorancia sobre el tema. Uno de los
aspectos más complejos del abuso sexual infantil, es precisamente el hecho que
el cuerpo del niño o niña víctima responde a los estímulos sexuales, generando
sensaciones de placer. Esto forma también parte de una enorme confusión y
sentimientos de culpa y vergüenza, que escapan completamente a cualquier
posibilidad de control por parte de la víctima. Una analogía que permite
entender fácilmente esto, es la de la cebolla. Si una persona pica una cebolla,
los ojos lloran. Esto no significa que la persona quiera llorar, o que tenga
tristeza. Es simplemente una reacción del cuerpo. Resulta también,
completamente inadecuado pretender restar credibilidad o cuestionar a una
persona al respecto, además altamente degradante.
Por
último, pero no menos importante, la Sra. González repitió varias veces la idea
que el abuso referido no fue con violencia. El abuso sexual infantil no es
jamás consentido, y siempre es un acto profundamente perverso y, por cierto, de
una violencia indescriptible. Debemos, como sociedad, comprender que la
violencia no es sólo golpes, fuerza física, o provocar daño corporal. El abuso
sexual es una de las formas más graves de maltrato infantil que existe.
Pretender que no es violento, es una minimización, casi una negación de la
gravedad del abuso, imperdonable si proviene de un medio de comunicación.
Uno no
tiene idea qué diablos piensa un pederasta (que puede ser hombre o mujer), pero
puedo suponer que son ellos quienes creen que el abuso sexual no es violento, o
que un niño o niña tiene capacidad para consentir. El resto de la sociedad
tiene el deber de comprender este fenómeno, de ponerlo sobre la mesa, informarse,
porque es la única forma de proteger a nuestros niños.
En
definitiva, la entrevista desinforma tanto, que provoca como resultado no una
protección o empatía siquiera hacia sobrevivientes de abuso, sino por el
contrario, protección a pederastas.
A la hora
de hablar sobre abuso en un medio de comunicación, la vara ética debe ser muy
alta, porque el daño que se puede causar es enorme. Con el abuso sexual
infantil no se juega. El periodismo tiene una responsabilidad social, este es
un tema que va más allá de una entrevista o programa en particular.
PD: La de la foto soy yo, a los 10 años de edad. Poquito antes de que a un tío mío se le ocurriera le idea que yo era irresistible.
Solange
De Vidts Maikoh (ya no quiero formar parte de la familia Ureta). Abuela,
escribidora, abogada, sobreviviente, rebelde con causa.
