viernes, 27 de agosto de 2010

¿Hay alguna diferencia entre ser abogada/o de familia y de cualquier otra área?


Este es un tema en el que he pensado muchas veces, básicamente porque existe una especie de estigma en relación a familia como área de ejercicio de la profesión. Más de alguna vez escuché en la universidad comentarios de algún profe al respecto. "El derecho de familia es derecho de minas" "Si no estudian bien derecho comercial se van a tener que dedicar a familia" y otros por el estilo. Siempre el derecho de familia aparecía como menos importante, más fácil, o dicho bien en castellano, penca. A mi me pasaba lo contrario, lo encontraba alucinante, complejo, un desafío. Tuve que estudiar derecho comercial, tributario, etc., porque era requisito para poder titularme, pero todos esos ramos fueron una tortura. Los encontraba una lata. Quizás dedicarme a este tema era simplemente, una cuestión vocacional. Si, hay una gran diferencia entre familia y otras áreas como civil y comercial. En esas uno hace lo que el cliente le pide, sin cuestionar nada. Familia en cambio, implica necesariamente, no hacer siempre lo que el cliente quiere, sino lo que más convenga al verdadero cliente, a la persona pequeña, a ese niño o niña que está sufriendo porque la mamá no deja que vea al papá más que unas horas a la semana o peor, fin de semana por medio. Implica que uno tiene que confrontar a la contraparte, al Juez/a y además a su propio cliente, y terminas el día completamente fuera de servicio. Más encima, la mamá que demanda para que su ex le dé una pensión de alimentos, muchas veces tiene que sacar plata de esa pensión para pagarle a uno los honorarios y a uno le duele la guata pero igual hay que pagar las cuentas. Chilectra no perdona, Entel tampoco y mucho menos el banco donde uno tiene que pagar el crédito hipotecario. El papá siente injusto tener que pagarle a un abogado/a para poder ver a sus hijos, y ninguno de ellos logra entender que uno es un ser humano que necesita almorzar, dormir, tener vida privada, etc. Al final de cuentas, uno se dedica a tratar de obligar a la gente a que cumplan con deberes esenciales de la vida, con los deberes que más daño causan cuando no se cumplen. Querer, cuidar y proteger a sus hijos. A veces la pega termina bien, y uno se siente feliz. A veces no, y uno se siente miserable. A veces dan ganas de irse al campo y sembrar papas, total las papas no discuten y pase lo que pase igual crecen. Pero siempre, pase lo que pase, uno quiere que ningún niño en el mundo sufra.

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