Para mi este es un lugar donde poder escribir sobre cosas varias de la vida, de las serias y de las no tanto, de lo que duele y lo que da risa, de lo profundo y tambien, de puras lesuras.
martes, 30 de noviembre de 2010
HAY UN DUENDE EN MI CASA
martes, 2 de noviembre de 2010
¡¿Y AHORA QUIEREN AUMENTAR LA COTIZACION OBLIGATORIA DE SALUD?!
lunes, 11 de octubre de 2010
Sobre el Sindrome de Alienación Parental (SAP)
Por ahí me pidieron que escriba sobre el SAP. (Cáspitas, quien se iba a imaginar, ¡tengo pedidos!). El SAP es la sigla del Síndrome de Alienación Parental, descrito por Richard Gardner, un psiquiatra norteamericano, en 1985. Escribió un libro sobre el tema en 1987, y lo auto-publicó a través de su propia editorial, de la misma forma que lo hizo con otros libros que escribió.
El Síndrome de Alienación Parental consiste –se supone- en que un padre o madre (generalmente la madre) “programa” a sus hijos en contra del otro padre, por la vía de diversas estrategias, a fin de que el hijo odie al otro padre y así obstaculizar completamente el vínculo. De este modo, el hijo termina efectivamente odiando al padre alienado, y declarando en su contra en juicios o ante psicólogos ó peritos. Según Gardner, esto sucede generalmente durante juicios por divorcio en los que se discute el cuidado personal y/o el régimen de relación (visitas). Más aún, se supone que generalmente la madre alienante acusa al padre alienado de abuso sexual contra el niño o niña, acusación que el niño sostiene, porque la madre le ha lavado el cerebro.
En primer lugar, es necesario recalcar que el SAP no ha sido reconocido por ninguna institución seria ni por comunidades médicas dedicadas a la psiquiatría infantil. No ha sido reconocido por la Organización Mundial de la Salud, ni por la Asociación Americana de Psiquiatría, pese a los esfuerzos de Gardner y sus sucesores (¿o secuaces?) para lograrlo en los últimos 25 años.
La primera razón –entre muchas- por la cual no ha sido reconocido, es la falta de seriedad en el estudio del SAP, pues Gardner sólo refiere a un puñado de casos en que a él le tocó intervenir.
Gardner se dedicó durante muchos años a participar en juicios como perito, sosteniendo su teoría. Lamentablemente, algunos jueces le dieron valor a sus conclusiones, en las que Gardner sostiene que la única forma de reparar el daño del SAP es quitándole el cuidado personal al padre o madre alienante, entregar al niño o niña al padre alienado y dejar al padre alienante sin visitas. Esto significó en varios casos que un niño o niña abusado terminara bajo la custodia única del padre abusador.
Y aquí viene la trampa: al alegarse el SAP, resulta que todo lo que diga el niño o niña no es considerado, ya que se parte de la base que el niño está “programado” para odiar a uno de sus progenitores, que literalmente le lavaron el cerebro y por lo tanto no dice la verdad. De este modo, Gardner participó en más de 400 juicios como perito, muchos en los cuales el niño o niña acusaba al padre de abusos sexuales y logrando en algunos de ellos que se acogiera su teoría, obviando completamente los relatos y la opinión del niño.
El asunto se pone color de hormiga cuando uno lee algunas de las “frases célebres” y teorías de Gardner, como por ejemplo su teoría sobre la sexualidad humana. El sostiene que el contacto sexual adulto-niño es benigno y beneficioso para la reproducción de las especies. Según esta teoría, el incesto y la pedofilia son benignos, son conductas no abusivas y es usada por ciertos grupos que defienden la pedofilia como un modo de “orientación sexual” posible y aceptable, pues siempre ha existido en la naturaleza humana y por siglos ha sido una conducta aceptada por la sociedad. Tanto es así que hasta hace poco tiempo en la cultura occidental se casaban niñas de 14 años, y entre los Musulmanes –lamentablemente- es común que lo hagan a los 12, hasta el día de hoy. Gardner también asevera que si el niño goza sexualmente no se puede hablar de abuso, lo cual es una barbaridad, por decir lo menos. El adulto que incurre en conductas de connotación sexual con un niño está abusando SIEMPRE, porque el niño no tiene capacidad para consentir. Da lo mismo si el niño o niña sintió o no algún placer.
Gardner fue tan lejos en esta idea, que en su libro “Verdaderas y Falsas Acusaciones de Abuso Sexual Infantil” (1992, su propia editorial), pág. 549, señala lo siguiente:
“Los niños mayores pueden ser ayudados a darse cuenta que los encuentros sexuales entre un adulto y un niño no son universalmente considerados como un acto censurable. Se le podría contar al niño sobre otras sociedades en las cuales tal comportamiento fue y es considerado normal... el niño tiene que ser ayudado a apreciar que en nuestra sociedad tenemos una actitud exageradamente punitiva y moralista sobre los encuentros sexuales entre adulto-niño.”
Entonces resulta, que al analizar las teorías de Gardner –repugnantes, por cierto- respecto de la sexualidad humana , la pedofilia y de las acusaciones sobre abuso sexual infantil, no queda más alternativa que concluir que para Gardner, el incesto y el abuso sexual incestuoso era siempre aceptable, o se trataba de mentiras introducidas en el cerebro del niño por la madre. De este modo, el SAP refuerza la posibilidad de que padres o madres abusadores (física, mental o sexualmente) sigan cometiendo los abusos: sea porque el niño fue erotizado tempranamente o porque no es cierto lo que dice.
A mí me parece que restarle importancia a los dichos de un niño o niña es grave y por lo demás, atenta contra nuestro deber de protegerlos. Los niños son personas pequeñas, tienen sus propios derechos, ideas, recuerdos y vivencias, y lo normal es que cuando un niño o niña dice que su padre o madre le pega, o relata una situación que claramente tiene una connotación sexual (por ejemplo, el papá me hizo tocarle su pirulín) hay que partir de la base de que lo que dice es verdad e impedir todo tipo de contacto entre el niño y el abusador (que puede ser el padre, la madre, o tío, abuelo, etc.) . No olvidemos que también hay mujeres que abusan sexualmente de sus hijos o hijas.
Los niños no tienen un cerebro lavable, ni se les puede programar. En este sentido la teoría de Gardner, aparte de perversa, es francamente absurda. El famoso SAP de frentón no existe y no es más que una teoría que sirve y ha servido para la defensa de pedófilos.
Lamentablemente y para vergüenza de nuestros profesionales, en Chile se está planteando actualmente el SAP y más encima algunos jueces lo creen, poniendo de este modo en serio riesgo a los niños.
Lo que sí puede ocurrir –y por desgracia es bastante común- es que un padre o madre incurra en conductas alienantes, es decir, le hable mal del otro padre al hijo, que intente indisponerlo, que intente impedir la relación y el vínculo del niño con el padre por venganza, porque no le ha pagado pensión alimenticia, porque le puso los cuernos o por lo que sea. Este tipo de conductas –que a mi juicio constituyen una forma de maltrato infantil porque los niños necesitan a ambos padres- pueden surtir algún efecto en el corto plazo, pero no al largo plazo. Tarde o temprano el niño se forma su propio criterio, y si su madre o padre le habló mal del otro padre durante la infancia, en algún momento más que seguro se rebelará y cobrará la cuenta.
En fin, creo que Gardner fue cero aporte a la sociedad, o mejor dicho, aporte negativo. Fallleció en el 2003, supuestamente por suicidio. De siete puñaladas.
Saludos a tod@s, que pasen buen fin de semana.
jueves, 7 de octubre de 2010
SE FUE LA RELIQUIA!!
jueves, 23 de septiembre de 2010
sábado, 18 de septiembre de 2010
Sobre vecinos y la diferencia entre chatarra y reliquia
viernes, 3 de septiembre de 2010
ESPECIAL SOBRE STATUS CHILENSIS
Todos sabemos que en Chile existen ciertos parámetros para “medir” –supuestamente- el mayor o menor “éxito” de una persona. Para muchos, el éxito está directamente relacionado con la riqueza material, la que se reconoce –o demuestra- través de la forma de vestir, el lugar (comuna) en que se vive, el lugar al que se va de vacaciones, el auto, el colegio al que asisten los hijos. Algunos de nosotros no creemos que el éxito tenga algo que ver con la riqueza material, pero es indudable que para muchas personas en nuestra cultura el status es importante. De hecho, hay gente que es capaz de endeudarse de forma increíble con tal de aparentar determinado status. Ahí están, viviendo una vida irreal, con una mansa casa, super auto, vacaciones quién sabe dónde y endeudados hasta las orejas. Supongo que además ni se les ocurre pensar que andan trayendo una casa sobre ruedas, porque los autitos que usan para ir y volver a la oficina valen lo mismo que una casa para otra familia.
En los últimos años he notado también, que el tamaño de las pechugas ha cobrado enorme relevancia, o quizás más que el tamaño, la silicona. Las inversiones en belleza y especialmente cirugía estética parecen ser sumamente importantes en el caso de las mujeres. Las top chilenas son casi todas rubias de L´oreal, tienen el pelo planchado, las pechugas de silicona, las arrugas estiradas, etc.
A veces también se relaciona el éxito con la profesión que se ejerce, y los estudios de post grado. Obviamente ser médico es mucho más “chic” que ser zapatero.
Lamentablemente, este estilo de vida de super status generalmente viene acompañado de conductas detestables. Es típico que las personas que viven del modo descrito denostan a los demás, buscan admiración y hasta de verdad se creen el cuento de que son mejores que el resto, e incluso que tienen más derechos. ¿Acaso no es típico aquí en Santiago, que el 4x4 gigante que usa la señora para ir al supermercado es justo el que se cambia de pista sin señalizar, se estaciona sobre las veredas y toca la bocina en cuanto el semáforo da luz verde? Cuando me hacen eso, muchas veces he tenido la tentación de bajarme del auto, ir a hablar con el o la chofer que me tocó la bocina y preguntarle si acaso cree que soy una vaca como para arrearme con la bocina, o si alguna vez ha pensado en la contaminación acústica que provoca.
Todo esto, y especialmente el tema del endeudamiento para mantener las apariencias, me recuerda un libro de Michael Ende –tengo mala memoria, no me acuerdo del nombre pero me parece que es Momo- que se trata de unos niños que descubren que sus padres siempre compran cosas para “ahorrar tiempo” y luego tienen que trabajar tanto para poder pagarlas, que ya casi no los ven, no juegan con ellos, ni les cuentan cuentos de noche. Entonces deciden salir a buscar el lugar donde está ahorrado el tiempo de sus padres, quienes han sido estafados porque todo el tiempo ahorrado nunca es devuelto. Quieren obligar a los estafadores a devolverles el tiempo a sus padres para que puedan estar con ellos.
Claro, Michael Ende estaba pensando seguramente en las máquinas que se han adueñado de nuestras vidas: batidoras, jugueras, aspiradoras, lavadoras. Luego vinieron los computadores, las secadoras de ropa, microondas, lavadoras de platos y tantas otras. El auto está también, obviamente, dentro del concepto de cosas que sirven para ahorrar tiempo, sobre todo cuando tenemos el Transantiago como alternativa.
Sin embargo, Ende se quedó corto. Creo que nunca se imaginó el gasto enorme en que muchas familias son capaces de incurrir en cuestiones absolutamente superfluas o sobredimensionadas. Obviamente no es lo mismo comprar una juguera que un auto que cuesta treinta millones de pesos o una casa que vale trescientos millones.
Estos gastos desmesurados, con deudas gigantescas de por medio, necesariamente implican que alguien tiene que trabajar muchas horas para poder pagarlas –horas en las que no comparte con sus hijos- e implican también algo mucho más grave y que traspasa el ámbito de la vida privada de la gente que decide vivir del modo descrito: la explotación de aquellos quienes trabajan en las empresas que las construyen o fabrican. Me refiero a los obreros, claro, no a los gerentes. Me refiero al primer quintil, o peor aún, a los que están por debajo de todos los quintiles, incluyendo a los niños que trabajan por salarios miserables en países que fabrican las cosas que nosotros compramos.
Según un reporte de la UNICEF, 346 millones de niños en el mundo son víctimas de explotación infantil. Eso no es éxito, y sería fantástico que pensáramos en estos temas antes de ir de paseo este fin de semana al mall.
Saludos a tod@s, que tengan un buen fin de semana.
PD: Me declaro culpable del delito de recurrir a Loreal, porque soy vanidosa y me carga que se vean mis canas.
domingo, 29 de agosto de 2010
Pobreza, indigencia e indignidad absoluta: de Chile a Nigeria
En general, los gobiernos intentan clasificar a las familias según sus ingresos, televisores, refrigeradores y otras vainas, con el objeto de hacer políticas públicas que vayan en ayuda de aquellos que están en la línea de la pobreza y por debajo de ella. Por debajo de la línea de la pobreza, está solamente la indigencia. En Chile, vemos personas indigentes todos los días, pasamos caminando al lado de ellos y no los vemos. No vemos a quienes padecen -por ejemplo- de esquizofrenia, no tienen tratamiento, y se acuestan en el paseo Huérfanos con parka en pleno verano. Ellos pueden alimentarse de limosnas o basura de los restoranes, y pueden bañarse y beber agua potable de grifos. Digo que no los vemos, porque ellos tienen derecho a recibir un tratamiento, sin embargo el "sistema" no contempla que Carabineros ni ambulancias los lleven a un servicio de urgencias de algún hospital psiquiátrico, y además estos hospitales no dan abasto. Pero ahí están, viviendo en la calle y bebiendo agua potable.
sábado, 28 de agosto de 2010
Joseph

Joseph tiene poco más de tres años, pero es pequeñito y de cuerpo frágil. Su cara -marcada por costumbre de su etnia- muestra siempre tristeza. Lo conocí en un orfanato en Nigeria, uno de tantos orfanatos repletos de niños y niñas abandonados o huérfanos que tienen la fortuna de tener un techo, un poco de ropa y comida. Muchos no tienen esa suerte, sobreviven solos en la selva, durmiendo al alero de hojas de plátanos. La primera vez que vi a Joseph estaba llorando en una esquina, agachado, casi en posición fetal. Traté de acercarme a él para consolarlo pero no me dejó ni tocarlo. La segunda vez, también lo vi llorando y le pregunté a una niñita por qué lloraba tanto Joseph. Ella, con toda naturalidad, me dijo que porque era nuevo y que había que dejarlo no más. Las cuidadoras no sabían de dónde venía ni cuál era su edad ni su historia. Traté de acercarme a él y tampoco me dejó, pero un rato después pude tomarlo en brazos y hablarle despacito, en castellano no más, total da lo mismo. Joseph no iba a entender mis palabras, sino el cariño. La tercera vez que fui al orfanato, Joseph estaba llorando (como lo hacía casi siempre) pero hubo un cambio en él. En cuanto me vio, vino corriendo hacia mi estirando sus bracitos para que lo tomara. Se acurrucó en mis brazos y se calmó en castellano. Quizás él no se acuerda de mi, quizás esos momentos -instantes mágicos de vínculo entre dos seres humanos que se convierten en madre e hijo- no sean importantes en su vida. Pero yo sí me acuerdo de él, siempre.
viernes, 27 de agosto de 2010
¿Hay alguna diferencia entre ser abogada/o de familia y de cualquier otra área?
Este es un tema en el que he pensado muchas veces, básicamente porque existe una especie de estigma en relación a familia como área de ejercicio de la profesión. Más de alguna vez escuché en la universidad comentarios de algún profe al respecto. "El derecho de familia es derecho de minas" "Si no estudian bien derecho comercial se van a tener que dedicar a familia" y otros por el estilo. Siempre el derecho de familia aparecía como menos importante, más fácil, o dicho bien en castellano, penca. A mi me pasaba lo contrario, lo encontraba alucinante, complejo, un desafío. Tuve que estudiar derecho comercial, tributario, etc., porque era requisito para poder titularme, pero todos esos ramos fueron una tortura. Los encontraba una lata. Quizás dedicarme a este tema era simplemente, una cuestión vocacional. Si, hay una gran diferencia entre familia y otras áreas como civil y comercial. En esas uno hace lo que el cliente le pide, sin cuestionar nada. Familia en cambio, implica necesariamente, no hacer siempre lo que el cliente quiere, sino lo que más convenga al verdadero cliente, a la persona pequeña, a ese niño o niña que está sufriendo porque la mamá no deja que vea al papá más que unas horas a la semana o peor, fin de semana por medio. Implica que uno tiene que confrontar a la contraparte, al Juez/a y además a su propio cliente, y terminas el día completamente fuera de servicio. Más encima, la mamá que demanda para que su ex le dé una pensión de alimentos, muchas veces tiene que sacar plata de esa pensión para pagarle a uno los honorarios y a uno le duele la guata pero igual hay que pagar las cuentas. Chilectra no perdona, Entel tampoco y mucho menos el banco donde uno tiene que pagar el crédito hipotecario. El papá siente injusto tener que pagarle a un abogado/a para poder ver a sus hijos, y ninguno de ellos logra entender que uno es un ser humano que necesita almorzar, dormir, tener vida privada, etc. Al final de cuentas, uno se dedica a tratar de obligar a la gente a que cumplan con deberes esenciales de la vida, con los deberes que más daño causan cuando no se cumplen. Querer, cuidar y proteger a sus hijos. A veces la pega termina bien, y uno se siente feliz. A veces no, y uno se siente miserable. A veces dan ganas de irse al campo y sembrar papas, total las papas no discuten y pase lo que pase igual crecen. Pero siempre, pase lo que pase, uno quiere que ningún niño en el mundo sufra.
lunes, 3 de mayo de 2010
Abusos sexuales e Iglesia
La Iglesia recibió denuncias de este tipo durante años y hasta "investigaron", la mayor parte del tiempo tratando de tapar el sol con un dedo, y lo que es peor, permitiendo que los abusos continuaran.
Por otra parte, si la Iglesia tiene su propio sistema jurídico, normas, tribunales, sanciones, y no se relaciona en absoluto con el sistema judicial del país, en realidad no se diferencia mucho de los Musulmanes, con su Corán y Cortes Sharia. Es más, la Corte Sharia dictaría una sentencia mucho más grave en casos como los que estamos viendo acá, que un simple cambio de parroquia o de Mezquita.
Por último, no entiendo cómo puede el Sr. Fiscal Nacional decir a priori que le parece que no hay responsabilidad de la Iglesia en este caso, lo cual implica un juicio ya hecho antes de investigar siquiera. Me parece el colmo.