miércoles, 5 de mayo de 2021

Nigeria: Aterrizaje forzoso de ida y de vuelta. (Primer capítulo de ... ¿ ? )

 



Esa es una de mis fotos favoritas de Nigeria. Generalmente no salgo en las fotos, porque me gusta más tomarlas a que me las tomen. Me encanta estar detrás de la cámara, tratar de captar momentos. 


Quizás esto de preferir estar detrás de la cámara sea parte del trauma por haber sufrido abuso sexual de niña. Ser "bonita" significaba peligro. Por eso no me maquillo, y durante más de 45 años no usé el color rojo, excepto en Nigeria. 


Claro, allá todos se visten de colores alegres, usar rojo no llamaría la atención más que mi color de piel. O sea, allá no podía pasar piola como acá, llamaba la atención sí o sí, porque casi no hay personas de piel blanca. 


Volviendo a la foto de entrada, nos estábamos riendo a carcajadas, o mejor dicho mis compañeras de  conversación se estaban riendo de mi, porque les pedí que no me discriminaran por ser blanca, y porque además les dije que yo era negra pero que me había desteñido, lo cual es verdad. Todos los seres humanos provenimos de África.


Voy a tratar de superar mi dispersión y partir por el principio. 


A mediados del año 2009, Carlos y yo estábamos pololeando. No llevábamos mucho tiempo juntos, quizás unos cinco meses, pero yo sabía que era una relación de verdad, profunda, un amor grande. El es economista, y desde el Banco Central de Nigeria le pidieron que hiciera un modelo macroeconómico -que jamás entenderé- para estabilizar la economía, o algo así. Era un trabajo que demoraría más o menos cuatro meses, él tenía que irse para allá, y me pidió que lo acompañara. 


A esas alturas de la vida, yo tenía casi 48 años, mis hijos ya estaban grandes, peludos, primogénito -Aníbal-  se había ido a Chequia supuestamente por un año pero ya habían pasado dos o más, y segundogénito -Carlos- estaba por terminar la universidad. Trabajaba en forma independiente, desde hacía años y hasta hoy, dedicada al derecho de familia, obviamente tenia responsabilidades con mis clientes y sobre todo, con los niños y niñas, mis clientitos. Para mi, todos son "mis niños". 


De este modo, me vi en una disyuntiva: acompañaba a Carlos en una larga aventura con triple signo de interrogación (mi relación con él, el viaje mismo y la pega), o me quedaba acá, con un signo de interrogación: mi relación con él. 


Quizás sea porque me gustan los desafíos, me decidí por los tres signos de interrogación. 


Obviamente conversé con todos mis clientes (entiéndase todos y todas), y todos me apoyaron. Por supuesto que el plan era seguir trabajando desde allá, y delegar en otros abogados los alegatos, ir a audiencias y todo lo presencial. Armé un equipo con cinco colegas quienes me ayudaron. Un signo de interrogación menos.


Primogénito se oponía tenazmente, me advirtió de peligros y de inexistencia de papel higiénico, al punto que tuve que empezar a hacer la tarea de investigar sobre nuestro lugar de destino.


En esa época, las paginas web de distintos países y gobiernos, recomendaban no viajar a Nigeria, ya que era un país peligroso, estaba el Boko Haram (un grupo terrorista fundamentalista islámico) secuestrando gente, poniendo bombas, etc. Además, las enfermedades: malaria, poliomelitis, cólera, hepatitis, y un sin fin de etcéteras que obligaban a ponerse ocho vacunas, y agregado a lo anterior, por supuesto, el tema del agua. El agua potable no existía en ninguna parte del país, excepto en el edificio del  Banco Central, que tenía su propia agua.  


En síntesis, partir para allá era algo como "sálvese quien pueda". Era más que un desafío común, pero mi corazón, el alma entera, quería estar con Carlos.


Como en Nigeria hay una importante cantidad de la población Musulmana, pensé que quizás debía vestirme de alguna forma especial, usar el hiyab o qué se yo. 

Carlos mandó un mail al Banco preguntando cómo se tenía que vestir su señora, y después de una semana contestaron: "Con respeto".  Yo 👇





Imposible saber qué diablos llevar en cuanto a vestuario. En todo caso, estaban felices de que él fuera con "madame" porque de esa manera se evitaba, en su cultura, que Carlos se "distrajera" de su trabajo.


Como ya estaba completamente determinada, primogénito se allanó (me conoce, salió de mi guata, sabe que si me llego a determinar a hacer algo, nada me detiene), e hicimos un plan. El y Alzbieta (mi nuera, alias Bietusch, Isa, o cariñosamente "gorda" aunque es flaca como tallarín vestido) iban a ir a España de vacaciones en la misma fecha que nosotros a Nigeria, así que aprovecharíamos de juntarnos en Madrid. 


Aquí voy a hacer un paréntesis de contexto, como siempre: Mis hijos y yo  teníamos la costumbre de hacernos bromas, una especie de bullying amoroso, trolleo, y a veces estas bromas se planificaban con semanas, meses de anticipación. Carlos fue víctima de una de esas travesuras, que comenzó un par de meses antes de partir.


Formar una familia ensamblada, con los "tuyos y los míos", no es fácil. Nosotros teníamos además el agregado de que como yo tuve hijos siendo muy joven,  Carlos los tuvo más viejo, y más encima yo soy cuatro años mayor que él, los "suyos" (Carlos -Caco- y Graciela tenían 6 y 3 años de edad, y los "míos", Aníbal y Carlos, tenían 26 y 24. Gran diferencia. 


Cuando llevábamos algunos meses juntos, antes de partir a Nigeria, conocí a Caco y a Graciela. Pasado un tiempo les pedí permiso para pololear con su papá, y ambos me dieron luz verde.


Carlos, por su parte, que es harto más serio y conservador que yo, quiso hablar formalmente con mi hijo Carlos (el único que estaba en Chile), lo invitó a tomar once al Tavelli, y serio como es, le dijo algo como "Quería hablar contigo y explicarte que mis intenciones con tu mamá son serias", cual caballero pidiendo la mano al hijo de una. Por supuesto que mi hijo se sorprendió, porque no esperaba tal declaración de principios, y yo tampoco. 


Mi sorpresa fue aún mayor, con la respuesta de mi hijo: "No te preocupes por mi, no tengo problemas con que mi mamá pololee contigo, o que se vayan juntos a Nigeria, pero ten cuidado con Aníbal. Mi hermano es muy serio, tienes que hablar con él y personalmente, no puede ser por teléfono. No creo que él esté de acuerdo con que vivas con mi mamá sin casarte". 


Por más que le expliqué a Carlos J. García que mi hijo lo estaba trolleando, que el más chacotero de la familia es Aníbal, no hubo caso. Igual quedó preocupado, y quizás ese hecho influyó también en que quisiera que nos reuniéramos en España, lo que implicaba un gasto extra. 


De este modo, comenzamos nuestra aventura. El viaje era: Santiago-Sao Paulo-Madrid-Londres-Abuja, quedándonos tres días en Madrid para encontrarnos con la gorda y Aníbal, y aprovechar de ver a mi querida amiga Guadalupe Morales. 


Continuará...




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