Carlos empezó a trabajar en cuanto llegamos, se iba y volvía en taxi al Banco Central, y yo me quedaba en el hotel sin poder salir, porque ya estábamos advertidos que no era una buena idea salir sola por las calles, siendo mujer y blanca. El riesgo de ser secuestrada era alto, sólo por mi color de piel. Los secuestros eran pan de cada día.
Igual estando en el hotel, empecé a buscar ONG´s dedicadas a derechos humanos donde hacer algún voluntariado, tarea que no era nada de fácil. Las únicas que existían eran nacionales, y tenían que bambolear entre tres mundos en un mismo país: el gobierno, corrupto a más no poder, el mundo religioso porque hay musulmanes, cristianos y más o menos un 10% de la población tiene su propia religión étnica, como los Igbo quienes tienen la religión Odinani, la cultura tradicional, y el derecho, que es un enredo salvaje.
Esto de inventar un país dibujando líneas en un mapa, es una de las peores atrocidades cometidas por el ser humano. Nunca voy a poder entender, cómo un par o tres poderosos se han arrogado el derecho de inventar divisiones donde no las hay, o al revés, no respetar divisiones donde sí las hay.
Esto es lo que pasa en Nigeria: es un país que tiene -se supone- alrededor de 190 millones de habitantes. Digo que se supone, porque la verdad es que por lo que vi después en las aldeas, la gran mayoría de los niños y niñas no estaban inscritos en el registro civil, y no se hacen censos acuciosos. Los pueblos originarios de la zona, que son cientos, tienen una historia milenaria de guerras y de paz entre ellos, al igual que la histórica lucha entre musulmanes y cristianos, más reciente, entonces la pregunta que queda es: ¿Qué los une? me vine de vuelta a Chile y para siempre jamás, sin respuesta.
Ahí, en medio de tratar de entender algo, yo buscando una ONG donde poder hacer una actividad. Lo que sea, obvio, porque fuera del territorio nacional no soy abogada, soy más bien un cero a la izquierda.
Lo primero que me encontré fue una ONG que luchaba por evitar la lapidación de mujeres embarazadas, y pedían a la Corte Sharía que esperaran a que naciera primero el bebé, y lapidar a la madre después. Yo, aún envestida y empoderada de mi convicción de que con los derechos humanos no se transa, por ningún motivo acepté participar de esa ONG. Según yo, toda entera occidental y creyendo que me las sé todas, no hay otra opción que exigir que se termine de una vez con la lapidación. Es bien probable que ellos hayan tenido razón, porque al final del día, lograban salvar bebés. Claro que automáticamente quedaban huérfanos, pero al menos se salvaba una vida.
Así, primera ONG descartada.
En el intertanto, fui a la piscina especialmente en las tardes, estábamos en época de lluvia, y hacían 44° C mañana, tarde y noche. La piscina era un lugar genial, había música que inundaba el lugar, un ritmo que nunca había escuchado, y habían mujeres y hombres que estaban riéndose, felices, bailando dentro del agua. Esto lo vi el primer día, el segundo, el tercero. Como estaba sola porque Carlos estaba todo el día en el Banco, los primeros dos días no me atrevía a conversar ni nada, me limitaba a aprovechar el placer del ritmo, del sol/nubes/lluvia/sol y en general, del ambiente.
Claro que como hacían 44°, yo circulaba en traje de baño con algo encima, o con polera con pabilo (esas que no tienen manga) y jeans. Total, las mujeres que estaban en la piscina se vestían así, y como el refrán es "donde fueres haz lo que vieres", yo pensaba que mi vestimenta estaba enmarcada en el respeto al que se refirieron en el correo del Banco Central (capítulo 1).
Había, eso sí, un detalle que me llamó la atención. Todos los días, al ir a almorzar al restorán del hotel, observé que las mujeres quienes estaban comiendo se vestían de forma diferente, de hecho, muy elegante.
La vestimenta de ellas no tenía nada que ver con la mía, ni con la de las mujeres que estaban en la piscina. Pensé que quizás se vestían de forma especial para almorzar.
Entre ( ) todas las fotos fueron tomadas son con permiso, en Nigeria detestan que uno tome fotos sin preguntar.
Así, al tercer día, el garzón que atendía en el restaurant -Kenneth- me dijo "I would like to see you in a nice Nigerian dress", me gustaría verla en un lindo vestido Nigeriano. Yo, completamente perdida, le contesté con un simple "Gracias, pero soy chilena y prefiero usar jeans". Tonta yo, no entendí la sutileza de la advertencia de Kenneth.
Después de almuerzo, fui a la piscina, y me animé a conversar con las mujeres que estaban dentro, felices bailando, y les pedí que me enseñaran a bailar. Estaba fascinada con la música pero no tenía idea cómo se bailaba, y obviamente es imposible hacer los movimientos que ellas hacen, pero era divertido intentarlo.
Estuvimos un buen par de horas muertas de la risa, nos reímos de mi torpeza, de mi falta de comprensión de lo que hablaban (ahora sé que es un inglés que se llama Pidgin o Broken English, que significa inglés quebrado, entonces no es acento, es otro inglés).
La música era de un cantante nigeriano que se llama Timaya, el álbum se llama True Story.
https://open.spotify.com/track/7dtHMHGnOKtFX63BhLmgIL?si=2daa437e189f4ee3
Cuando llegó Carlos de vuelta de la oficina ese día, lo primero que hizo fue tirarse a la piscina, él tiene alma de águila/pez/búho, y yo de lobo/colibrí/lagartija, asi que nuestra dinámica respecto del agua suele ser que él nada y nada y sigue nadando, y yo tomo sol, y sol, y más sol.
Ya veníamos de vuelta de la caminata, cuando pasamos frente a un grupo de varios hombres musulmanes (se notaba por la vestimenta), y antes de pasar frente a ellos empezaron a gritarnos en un idioma inintelegible, pero se notaba que estaban enojados, y mucho. Me tiraron un escupitajo que alcancé a evadir, e instantáneamente a Carlos le salió su lado de chileno-que soluciona-a-combos y quiso retroceder a pegarles. Lo agarré del brazo y le dije algo como "Huyamos por la izquierda mejor Leoncio, son ocho contra uno" y menos mal que me hizo caso.
Llegamos al hotel, directo al sector de la piscina que tenia, además, un bar. Ahí estaba Brian, un gringo que habíamos conocido la noche anterior, trabajaba en el Banco Mundial y llevaba como 10 años recorriendo África y repartiendo conejos. Era un programa de ayuda para auto-sustentación de familias en las aldeas, entregaban conejos para que las mujeres los criaran y pudieran alimentarse. Hace rato habían descubierto que los hombres no hacían la pega, agarraban los conejos y los vendían, en cambio las mujeres sí se dedicaban a la crianza.
Nos acercamos a Brian, a preguntarle por qué me escupieron. Dijo que era por la ropa, mi famosa polera sin mangas y los jeans. Se sintieron ofendidos porque me encontraron atractiva, o sea, en vez de tirarme un piropo o un chiflido, fue un escupo, porque los tenté.
Entonces le pregunté a Brian, ¿Cómo, por qué, si las mujeres que están aquí en la piscina están todas vestidas igual que yo?
Brian: "Si, pero todas ellas son prostitutas".
Fue así, como los primeros días en Nigeria anduve todo el tiempo vestida de puta sin saberlo. Con todo respeto por ellas, claro está, más encima me enseñaron a bailar.
To be continued....



No hay comentarios:
Publicar un comentario