sábado, 8 de mayo de 2021

Nigeria, capítulo 8 de ¿ ? : Más que dos mundos. Mundos paralelos.

 











(Con Carlos en el orfanato)



Cuando Carlos llegaba de vuelta del trabajo a veces me comentaba -aunque yo no entendía nada y hasta el día de hoy no entiendo- sobre la economía de Nigeria. 


Me decía que es un país rico, que las estadísticas indicaban un ingreso per cápita X, el PIB, el PAB, el POB, qué sé yo. Se suponía que todo estaba bien y parecía que el problema que querían resolver era la inflación o algo así. Las nairas (moneda nigeriana) valían cada día menos. Me comentaba sobre la "maldición del petróleo", que significa que al ser el petróleo el único producto de exportación, prácticamente no existía industria o agricultura, otras fuentes de producción o algo así.  Para entenderlo bien, Carlos tendría que escribir el blog, no yo.  El asunto era que en su trabajo, todo parecía perfecto. El edificio espectacular, agua potable propia, energía eléctrica ídem, restaurant dentro del banco, de hecho era mucho mejor que las instalaciones del Banco Central aquí en Chile. 


También me contaba sobre "curiosidades" de la pega, como por ejemplo que un compañero de trabajó le preguntó por qué no tomaba otra esposa, una sola era muy poco, y él contestó "No, con la que tengo es suficiente, no me imagino tener dos como ella", y terminaron todos muertos de la risa. Había que adaptarse no más, no quedaba otra. 


Entre los musulmanes, la cantidad de esposas es símbolo de status. Pueden tener hasta cuatro, a fin de no caer en la tentación de ser infieles, pero la cuestión no es al lote. El marido tiene la obligación de tratar por igual a todas las esposas, lo que en la práctica significaba que si le regalaba un Mercedes Benz a una, tenía que hacerle el mismo regalo a las demás. Todo tenía que ser parejo, creo que hasta con quién dormía. Una noche con una, la siguiente con otra, y así siguiendo. De ese modo, se evitaban los celos entre ellas. 


A todo esto, Carlos desde un principio se refería a mi como su señora, asumieron que estábamos casados, y después no nos atrevimos a explicar que estábamos pololeando porque nos daba la sensación que no seríamos aceptados por ninguna de las religiones. 


Asentados en el nuevo hotel, Carlos yendo a trabajar todos los días, yo de noche pegada en el computador tratando de trabajar con un internet más lento que tortuga de Galápagos, se hacía urgente para mi hacer algo de día, que no fuera recurrir a mi parte de lagartija y pasar  tirada al sol en la piscina. 



(Esas son mis piernas, pero lo importante es la lagartija que se ve detrás).


Fue así, que empecé a salir de la burbuja. No recuerdo con exactitud qué fue primero, qué después, pero supongo que el orden cronológico es lo menos importante. 


Mónica me invitó a ir a un orfanato (qué fea palabra, pero no encuentro otra). Allá que yo sepa no existía ninguna institución del Estado que se hiciera cargo de niños y niñas huérfanos, abandonados, o rechazados. La estimación estadística en ese momento, era que aproximadamente un millón de niños vivían en la selva, comiendo lo que encontraran. Duro, pero cierto. 


Existían algunas fundaciones que se dedicaban al tema, y así surgían los diferentes orfanatos, todos particulares.  Estas fundaciones dependían de donaciones, las que podían llegar a ser cuantiosas y sin duda había gente que realmente  creía que ayudaba a niños donando. La verdad es que al pedir donaciones mostraban fotos bonitas. Las imágenes que vemos en los documentales o en las películas, pero esas fotos no tenían nada que ver con la realidad. 


Acepté la invitación de Mónica y partimos a un hogar que quedaba dentro de la ciudad. Ese fue el primero que conocí. Mónica era voluntaria conocida, así que simplemente me presentó y en un abrir y cerrar de ojos, yo estaba dentro. 


Era una casa de dos pisos, en el primer piso estaba la oficina de la directora (una abogada nigeriana), la cocina, una sala de estar, baño y no sé qué más. El patio era chiquito, de tierra. Los niños (entiéndase niños y niñas) tenían prohibido bajar al primer piso y salir al patio.  Estaban todos recluidos en el segundo piso, donde habían dos dormitorios, un baño y una sala de estar. Tampoco recuerdo con exactitud cuántos niños había, quizás Mónica pudiera algún día encontrarse con este blog y comentar (ahora vive en España), pero lo que sí recuerdo claramente es que eran más o menos veinte. Las habitaciones tenían creo que tres camas cada una.  Imaginen ustedes, las condiciones en las que vivían esos niños. 


Para peor, aunque tenían electricidad gracias a un generador, y un televisor en la salita de estar, no habían ventiladores, razón por la que el calor, húmedo, al interior de la sala de estar era, literalmente, insoportable. 


Lo que Mónica hacía era básicamente entretener a los niños, jugar con ellos, acompañarlos. En cuanto subimos las escaleras corrieron hacia ella. Habían dos o tres cuidadoras, pero no se relacionaban con los niños mucho más que para regañarlos o golpearlos, y presumo que les daban algo de comer. 


Esos pequeños y pequeñas no iban al colegio ni a jardín infantil, no tenían acceso a salud (nunca vi un hospital o clínica en Nigeria), las condiciones sanitarias del lugar eran más que deficientes, y lo único que tenían permitido hacer era ver tele. En la tele no veían canales, sino sólo una película sobre Jesús, en que las cuidadoras o los mismos niños, repetían una y otra vez. Era tanto, que recitaban el guión por anticipado, de memoria, peques que deben haber tenido entre tres y ocho años de edad, aunque la edad exacta de cada uno era desconocida. Probablemente eran aún mayores, pero mal alimentados y privados de cariño, contención, compañía, todo excepto techo, un poco de ropa (casi ninguno tenía zapatos) y cama compartida. 


Todos los niños y niñas estaban obligados a ser cristianos, porque el hogar lo era. Así, habían algunos quienes eran musulmanes pero rápidamente y sin tregua, convertidos.


La directora, una mujer cristiana muy elegante, llegaba en una 4x4 último modelo, con sus guardaespaldas, se quedaba un rato y se iba. 


Ese primer día, y muchos otros, llegué de vuelta al hotel hecha mierda, lo único que pude hacer fue tirarme a la cama a llorar y llorar, hasta que me di cuenta que faltaba poco para que llegara Carlos, así que me lavé la cara para poder esperar al amor de mi vida y compartir con él. 


To be continued....


PD: La foto de portada no es del primer día, es el hogar, fue tomada después. 

PD2: Los niños que vivían en ese orfanato -y en todos los demás- eran los que tenían suerte. Los demás, estaban en la selva o en las calles. Solos.

 















8 comentarios:

  1. ¡Gracias, Solange, por dejar todo esto por escrito!
    Un detalle importante: los niños del orfanato (al menos muchos de ellos) iban a un colegio privado, pagado con donaciones. Creo que era un colegio caro. Tenían zapatos y ropa decente, pero no los usaban para estar dentro del orfanato.
    ¡En fin! Las condiciones dentro del edificio no eran mejores de lo que describes :-(
    Mónica D.

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    1. Gracias Mónica por tu comentario!! Estaba esperando ansiosa tu participación! Creo que lo del colegio caro no lo supe porque cuando fui, los niños estaban de vacaciones, recuerdo vagamente haber escuchado eso. Un abrazo enorme, feliz de recibir comentarios y "apoyo de recuerdos", muchos cariños a Newman.

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    2. Bienvenidas todas las aclaraciones. Recuerdo claramente, eso sí, a un niña, precisamente le de la foto. Ella tenía necesidades especiales, y no iba a ningún colegio. Lo recuerdo porque pregunté específicamente en algún momento, no me acuerdo si tú estabas, si acaso ella iba a un colegio especializado (qué pregunta más absurda, pero bueno, mi ignorancia...). Ahora estoy tratando de recordar el nombre de la ciudad donde estaba el otro orfanato, el que tenía varias casas y si acaso fuimos juntas. También el nombre de la aldea donde íbamos con el doctor Abengowe. ¡SOS!

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    3. El orfanato de varias casas, el único que parece funcionar realmente bien, está en Gwagwalada y es de Aldeas Infantiles (SOS), una ONG muy reconocida en Europa. ¿Recuerdas que el director nos habló de los derechos de los niños?
      Y la aldea donde iba el doctor Abengowe se llama Kobi.
      ¡Un abrazo!

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    4. Gracias!! Hoy publiqué un capitulo sobre el de varias casas, voy a actualizarlo con el nombre del lugar. Menos mal que me aclaraste porque tengo confundidas las aldeas, pensé que se escribía Kobe. Me acuerdo de Masaka y Tattara (¿se escribirá así?) y también de haber ido a otras aldeas con Glory y Primous pero parece que tú no estabas.

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  2. Yo también conocí "la otra Africa" que tu mencionas....esa que te muestran en los tours privados boutique, donde te suben a un Land Rover y vas con un chofer que te lleva a los "lugares lindos"...en el camino vez atisbos del Africa que tu describes y que hace que a uno se le apriete el pecho...
    Me imagino ese orfanato y a esos niños y pienso en los mios y en como la vida de un ser humano puede ser tan distinta de la de otro. Te admiro profundamente por tu capacidad de indignarte ante el sufrimiento ajeno...la conmiseración es signo de bondad del alma, pero el tomar acción es signo de algo más aun... de coraje y de una consecuencia que requiere mas que solo bondad...
    Desde que te conozco y con lo que se de tu historia y de tus dolores, me impresiona eso de ti, de como tu sufrimiento no te volvió amarga sino dulce y de como en vez de odiar de vuelta a un mundo que te ha ofrecido dolor, has decidido amar de vuelta...pero amar de verdad, en el hecho y no solo en la palabra...
    En mi profesión me dicen tan seguido que "salvo vidas" (frase que me molesta la verdad, porque no la siento real...salvar un cuerpo o sanar una dolencia no significa salvar una vida...la vida es mas que el cuerpo y realmente no se si alguna vez he salvado a alguien...aunque si he evitado muertes...que no es igual). Tu has ayudado a tantos a salir de situaciones peores que enfermar o morir que diría que has salvado mas vidas que la mayoría...y es por eso que me haces acordar de una frase del Talmud (que va inscrita en la medalla que los Judios entregan a los que llaman "Justos entre las naciones" o Jasidei Umot Ha-Olam en hebreo) y que leí cuando en un viaje visité "Yad Vashem"... "QUIEN SALVA UNA VIDA SALVA AL MUNDO ENTERO".
    Me emociona tan solo escribírtela en este comentario, porque siento que encarnas la frase en tu lucha diaria y en tus relatos.
    Espero con ansias mas capítulos de esta historia!!...

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    1. Awww, gracias... me entró un camión en el ojo...no sé qué decir. Justamente ayer en sesión con mi psicólogo, le comenté que llevo varios días "en Nigeria", y que pensaba que quizá esto de casi no poder parar de escribir tenga relación con el hecho que la semana pasada fui a declarara a la PDI sobre los abusos y violación de mi tio cuando era niña. Fue difícil declarar, lloré a moco tendido, pero al mismo tiempo un alivio. Pensé que quizás "irme a Nigeria" ha sido una vía para sobreponerme, y si es así, vale. Saúl me dijo algo que me encantó: La experiencia de Nigeria es de vida, dinámica, de ir todos los días encontrando recursos, lo contrario de la experiencia traumática de abuso sexual infantil, donde uno queda con el alma secuestrada por un adulto, y no tienes escapatoria. Seguiré escribiendo, un abrazo y gracias por tu comentario, de verdad me emociona.

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